Muchas veces en nuestras vidas nos encontramos atravesando tormentas y tempestades en las cuales sentimos que perdemos la dirección, otras veces, sentimos que vamos a naufragar y otras hasta tememos por nuestras vidas encontrándonos indefensos y sin esperanza.
Pero si nos apoyamos en la Palabra de Dios, veremos como sus discípulos y personajes de la Palabra actuaron cuando se vieron en medio de situaciones duras y difíciles.
“Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba” (Marcos 4:37)“ Por otro lado, en el libro del profeta Jonás podemos encontrar otra historia de marineros, los cuales se vieron atrapados en medio de una tormenta terrible: (Jonás 1:4-5) “Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios” (Jonás 1:4-5)
En esta situación tanto los discípulos de Jesús como los marineros que aparecen en la historia de Jonás tuvieron que luchar por controlar la nave, y no debemos olvidar el hecho de que éstos en su mayoría se trataban de pescadores con experiencia.
Sin embargo, la tormenta era tan grande que los esfuerzos no eran suficientes. De la misma manera, en la historia de Jonás, podemos encontrar que los marineros también se vieron afligidos al intentar luchar en contra de la tormenta para evitar que se hundiera la nave, mientras que Jonás dormía.
Asimismo, Jesús dormía en medio de la tormenta y sus discípulos sintieron gran temor. En Mateo aparece que los discípulos clamaron: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Marcos dice que ellos gritaban: “Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?” Mientras que Lucas dice que ellos decían “¡Maestro, Maestro, que perecemos!”, (Lucas 8:24).
Así que se puede ver que todos gritaban de miedo y pedían que Jesús los ayudara, pero no se daban cuenta que la ayuda les sería dada por su fe y por creer que junto a Jesús, estarían a salvo. Igualmente pasa en nuestras vidas, en la cual las adversidades pueden superar nuestra fe y hacernos pensar que todo está perdido. Pero si estamos de la mano con Jesús, podemos sobrellevar cualquier tormenta y aprender lecciones de vida. Aunque en algunos casos la enseñanza sea muy dura y dolorosa y no la comprendamos.
Mientras los discípulos estaban temerosos por su vida, Jesús estaba dormido en la barca. “Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal”, (Marcos 4:38).
En las escrituras muestran la tranquilidad de Jesús en medio de la gran tempestad en contraste con el gran miedo de sus discípulos. Esto nos muestra la confianza y seguridad que éste tenía en su Padre. Por lo cual nada pudo despertarlo.
Esto nos muestra con claridad cómo debemos actuar cuando estemos sumergidos en una tempestad de esta magnitud, ya que la confianza puesta en Jesús, nos permitirá descansar en El y no perder el control ante las situaciones, problemas y momentos difíciles que se nos presenten. Sin embargo, Él tiene misericordia de nosotros, entiende nuestra debilidad y nos muestra el camino para alcanzar esa paz que sobrepasa todo entendimiento.