Un hombre tenia dos hijos. El menor, a pesar de las comodidades que tenia decidio pedirle a su padre la herencia—y se fue a malgastar su vida. Malgastó todo lo que tenia hasta el punto de desear la comida de los cerdos. Cuando recapacitó, se dio cuenta que hasta los trabajadores de su padre tenian provisión de comida y techo—y este decidio regresar a casa.
“»Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”.”
La respuesta de su padre: lo recibió con brazos abiertos y en gran celebración porque su hijo había vuelto a casa.
Les cuento de mi perro Spice. Spice, a pesar de el cariño y todas las comodidades que ha tenido de vez en cuando se escapa para experimentar lo que su instinto le está diciendo que necesita para estar contento—irse y experimentar. Pero sabes, siempre regresa—sí, tal vez como te lo estas imaginando, sucio y despeinado, pero regresa☺️.
Así somos en ocasiones. En Dios tenemos todo lo que necesitamos, pero a veces, los pensamiento de insatisfacción llegan y pensamos que los podemos llenar con otras experiencias—en vez de ir al la fuente correcta. Pero, aun cuando fallamos de esta manera nuestro Padre nos recibe con brazos abierto y hace fiesta.
“Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos.” (Hebreos 4:16)
No tengas miedo de regresar a casa. Tu Padre te recibe con brazos abierto y con Su amor te trasforma.