Muchos nos confundimos con el sufrimiento. Cuando estamos pasando por un problema, prueba o sufrimiento sentimos que nadie ha pasado o pasa por lo que nosotros atravesamos. Nos da un sentido de aislamiento—de exclusividad…. Y, ¿quién quiere tener exclusividad en el departamento de problemas y pruebas?…absolutamente nadie, verdad. Pensamos que nadie más se siente como nosotros. Ese ha sido mi caso en más ocasiones de las que me gustaría admitir. Cuando estamos pasando por una situación difícil y estamos enfocados solo en el dolor perdemos de perspectiva lo que Dios está haciendo en medio de la prueba. Mi dolor—tu dolor —tiene un mayor propósito—carga en si, propósito eterno. Nuestro dolor nos cualifica para ser consolados por Dios y así poder consolar a otros como nosotros hemos sido consolados por nuestro Padre.

2 Corintios 1:3-4 dice:
3 B𝘦𝘯𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘴𝘦𝘢 𝘦𝘭 𝘋𝘪𝘰𝘴 𝘺 𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘚𝘦𝘯̃𝘰𝘳 𝘑𝘦𝘴𝘶𝘤𝘳𝘪𝘴𝘵𝘰, 𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴𝘦𝘳𝘪𝘤𝘰𝘳𝘥𝘪𝘢𝘴 𝘺 𝘋𝘪𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘰𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯,
4 𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘢𝘭 𝘯𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘶𝘦𝘭𝘢 𝘦𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘵𝘳𝘪𝘣𝘶𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴, 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘥𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘰𝘭𝘢𝘳 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢́𝘯 𝘦𝘯 𝘤𝘶𝘢𝘭𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳 𝘵𝘳𝘪𝘣𝘶𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯, 𝘱𝘰𝘳 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘰𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘰𝘭𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘋𝘪𝘰𝘴.

Dios toma nuestro dolor. Nos carga. Nos sostiene. Nos consuela. Nos empodera en El—en su poder un nosotros para así consolar a otros con Su consuelo. Nuestro dolor y nuestra aflicción serán incomparable con lo que Dios va hacer en y a través de la situación (Rom. 8:18). Dios no causa el sufrimiento, pero solo él puede tornarlo para un bien. Refúgiate en él y en su palabra. Tu dolor carga un propósito mayor—carga propósito divino y eterno.

~Brenda